12 noviembre 2007

LOS CLAVOS DEL MAL CARÁCTER


Había un joven que tenía muy mal carácter. Un día su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo:

“Cada vez que pierdas la clama y hagas un coraje con cualquier persona, deberás clavar un clavo en la cerca de atrás de la casa”

El primer día clavó 37 clavos. Afortunadamente poco a poco fue calmándose porque descubrió que era mucho más fácil controlar su carácter que ir a clavar clavos. Finalmente llegó el día en que el muchacho aprendió a tranquilizarse y se lo comentó a su padre, quien a su vez le sugirió:

“Cada vez que controles tu carácter al tratar con las personas, deberás sacar con gusto un clavo de los que clavaste en la cerca”

Los días pasaron y el joven pudo finalmente decirle a su padre:

“Ya he sacado todos los clavos de la cerca”

Acto seguido, el padre condujo a su hijo a la cerca de atrás para decirle:

“Mira hijo, has hecho bien y en verdad te felicito. Pero fíjate detenidamente en todos los agujeros que quedaron en la madera, ya nunca será la misma cerca de antes. De igual forma, cuando dices o hace cosas con coraje al tratar a tus semejantes dejas una cicatriz como estos agujeros. Es como meterle un cuchillo a alguien, aunque lo vuelvas a sacar, la herida ya quedó hecha. No importa cuántas veces pidas disculpas, el daño ya está hecho y es igual de grave un daño físico que uno verbal. Aunque, después de todo, siempre es mejor pedir disculpas”

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